- En 1900 se aprobó lo que se considera la primera ley de seguridad social
- El empresario se hace cargo de las consecuencias del accidente de trabajo
- Se impulsan las mutuas y la puesta en marcha de los servicios de inspección
No hace tantos años los trabajadores de una empresa española dedicada a la extracción y explotación de carbón posaban en la bocamina antes de empezar su jornada laboral… Sin cascos, sin guantes, sin mascarillas ni escafandras.
Mucho peor era su situación en la antigüedad. En las minas españolas de la época romana, por ejemplo, los mineros raramente vivían más de 30 años. Solían morir entre los 15 y los 20 años. Pero desde entonces, el panorama de la seguridad y la salud laboral ha cambiado notablemente, especialmente desde 1900.
Hasta comienzos del siglo XX, los avances han sido muy lentos. Ni con la Revolución Industrial, que conllevaba una nueva forma de produción basada en la fábrica, mejoraba la salud de los trabajadores. No fue hasta 1873 cuando se promulgó la Ley Benor, que prohibió el trabajo de los menores de 10 años y limitó la jornada a cinco horas para los menores de 13 años.
Según los expertos, lo que realmente marca un antes y un después en la historia de la prevención de riesgos laborales en nuestro país es la denominada Ley de Accidentes de Trabajo, que se aprobó en 1900. «Se considera la primera ley de seguridad social en España», explica Fernando Benavides catedrático de Salud Pública de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Representó un cambio sustancial entre empresarios y trabajadores, ya que establece que «el patrono es responsable de los accidentes ocurridos a sus operarios» y, en consecuencia, «los obreros tendrán derecho a indemnización por los accidentes» sufridos como consecuencia del trabajo.
A partir de este momento, como argumenta otro experto en el libro ‘Trabajo y Salud. Desde la protección hasta la prevención’, Emilio Castejón, del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, los empresarios empezaron a contratar seguros para hacer frente a dichas indemnizaciones y a los gastos médicos, se impulsaron las mutuas de accidentes de trabajo, «se creó una administración laboral para vigilar, controlar y, en su caso, penalizar el incumplimiento de la Ley, se pusieron en marcha servicios de inspección y estadística, etc.».
Un siglo de prevención
Han pasado más de 100 años y las cifras hablan por sí solas. Según un estudio realizado por los anteriores especialistas y publicado en ‘Archivos de prevención de riesgos laborales’, se pueden distinguir dos periodos. Los primeros 70 años, en los que la incidencia de lesiones por accidente de trabajo seguía incrementando, y desde 1970 hasta los primeros años del siglo XXI. En 1971 empiezan a bajar bruscamente, coincidiendo con la puesta en marcha de un sistema público de asistencia técnica preventiva a las pequeñas y medianas empresas (Plan Nacional de Higiene y Seguridad), entre otras medidas. La siniestralidad se redujo prácticamente a la mitad en sólo 10 años.
Estos resultados también pueden deberse a que «algunas actividades económicas como la minería han quedado casi olvidadas. España se ha convertido en un país de servicios», asegura Fernando Benavides, que también es director del Centro de Investigación en Salud Laboral de la Universidad Pompeu Fabra.
«Antes, los accidentes laborales tenían más que ver con caídas, golpes, desprendimientos de objetos y proyecciones de partículas. Ahora, adquieren más importancia los problemas ergonómicos (por movimientos repetitivos, posturas forzadas o manipulaciones), que pueden derivar en hernias discales, lumbares, contracturas musculares, lesiones en los hombros, codos, muñecas… También fracturas, sobre todo de muñeca, fémur, tibia».
En la actualidad, una de las principales causas de accidente laboral es el tráfico. Como afirma Benavides, «casi el 40% de los accidentes mortales de trabajo están relacionados con el tráfico». Hoy en día, el factor de riesgo mortal más importante «está fuera de la empresa y es más complicado de prevenir».
La prevención, a cargo de la empresa
En 1995 se dio un paso más, La Ley de Prevención Laboral. «La empresa, además de hacerse cargo de los gastos médicos y la indemnización, también es responsable de crear y mantener en su empresa una organización preventiva que se ocupe de la seguridad y la salud de sus trabajadores», en lugar de limitarse a corregir deficiencias después de que se hubieran evidenciado.
Esto, junto a otras acciones, consiguió reducir la siniestralidad por accidente de trabajo en un 30% desde 2001 hasta 2008. Según las últimas estadísticas, en 2000 se registraron más de un millón de lesiones con baja y en 2009, 700.000.
Estos logros han mejorado la posición de España en Europa en la última década. «Teníamos un riesgo entre tres y cuatro veces mayor que un alemán, por ejemplo», señala Benavides. Las estadísticas oficiales de Eurostat indican que «aún estamos un 10% por encima de la media de la Unión Europea -en 2000 estábamos en un 50%-«.
«El balance es positivo, incluso con la crisis económica, que hace que algunas empresas reduzcan su capítulo de gasto en prevención», subraya el especialista de la Universidad Pompeu Fabra. Pero aún hay asignaturas pendientes, además de nivelarnos a los índices de siniestralidad europeos.
Desde 1995, asegura Benavides, «las empresas van incrementando su responsabilidad en la ejecución de presupuestos y recursos a las actividades de prevención». Sin embargo, «la calidad de los proyectos debería progresar, es entre media y baja». «Hay aspectos que se pueden mejorar y ahora que casi todo el mundo trabaja con ordenadores debería prestarse especial atención al diseño de la estación del trabajo, colocación del teclado, la pantalla, todo lo que se refiere a la luz, los reflejos, la orientación, la altura… Así se evitará tensiones musculares, dolores de cabeza, molestias en los ojos, etc.».